viernes, 14 de enero de 2011

HASTA FIDEL CASTRO CONDENÓ EL ATAQUE EN ARIZONA

por Katrien Demuynck
Así, lo decía el locutor en el telediario belga de 9 de enero. Después del ataque a la congresista Gabrielle Gifford. Fidel Castro efectivamente escribió una reflexión rechazando el tiroteo sin rodeos y expresó su solidaridad con las víctimas. Tal vez parezca raro, pero no lo es.

En efecto, puede resultar algo extraño que Fidel Castro condenó de forma tan explícita un ataque en el territorio de su vecino poderoso y hostil. Desde hace más de cincuenta años los EE.UU. están en guerra con Cuba. Una guerra no declarada de Goliat contra David. En las últimas décadas, hubo cientos de ataques en territorio cubano, concebidos en los EE.UU. bajo la protección o el impulso de la CIA, matando a más civiles que los que murieron en los ataques del 11 de septiembre.

En 1976, un avión de Cubana fue derribado y todos los ocupantes perecieron. Hubo más de seiscientos intentos de asesinato contra Fidel Castro. El país padece el bloqueo económico más largo de la historia. Distribuyeron enfermedades entre la población, hubo ataques a fábricas, un supermercado, hoteles,... La lista es larga. Se trata de uno de los hechos más ocultos de la historia reciente. En Cuba se entiende muy bien lo que significa la “guerra contra el terror”.

No es nada nuevo si Fidel Castro expresó en esta ocasión sus condolencias. Está completamente en línea con lo que Cuba siempre ha hecho en el pasado. Mientras que los EE.UU. se obsesionan por destruir la revolución cubana, cada vez que los vecinos del Norte son afectados por ataques terroristas, desastres naturales o por otros males, Cuba envió un mensaje de solidaridad. Algunos ejemplos.

El presidente J.F. Kennedy fue responsable de la invasión de Bahía de Cochinos. Más de 160 cubanos perdieron la vida allí. Cuando unos años más tarde Fidel oyó la noticia de su asesinato en la presencia de un periodista extranjero, su primera reacción era: “Esta es una mala noticia”. Inmediatamente envió sus condolencias a la familia y a la población de América del Norte. Ronald Reagan fue un presidente extremadamente hostil hacia la revolución. Cuando hubo el intento de asesinato contra el, Fidel desaprobó el acto de inmediato, y le deseó una pronta recuperación.

Pero no se quedó allí. Cuando unos años más tarde la seguridad cubana descubrió un nuevo plan de asesinato contra el mismo Reagan, inmediatamente entregó la información a las autoridades de EE.UU. Reagan, que proporcionó a la contrarrevolución en Miami una columna vertebral con la creación de la Fundación Nacional Cubano Americana en Miami, fue salvado. Tanto después de los atentados del 11 de septiembre como después de las inundaciones catastróficas en Nueva Orleans, Fidel expresó sus condolencias a las víctimas, y en ambas ocasiones cientos de médicos fueron preparados para ofrecer asistencia médica. Esta solidaridad, sin embargo, fue negada cada vez por los EE.UU.

A pesar de esa agresión de más de 50 años, en Cuba no hay ningún rastro de antiamericanismo. Cualquier ciudadano de los EE.UU. se puede mover tranquilamente en la isla, él o ella será bien recibida, a pesar de la guerra no declarada de su país contra Cuba. En sus discursos Fidel siempre hizo una distinción estricta entre el gobierno de los EE.UU. y sus ciudadanos, e incluso entre los EE.UU. como nación y los EE.UU. como una potencia imperialista. Dentro de la Revolución Cubana no hay espacio para el chovinismo. Aquí podemos observar una clara diferencia entre el nacionalismo y el patriotismo. El nacionalismo instiga a unos contra otros, considera un grupo de la población o un pueblo mejor que el otro. En cambio, el patriotismo defiende la soberanía y la dignidad de todos los ciudadanos que viven en un lugar determinado.

También contra los enemigos internos Fidel Castro siempre mantuvo un código ético estricto. Durante la dictadura antes de 1959, 20 000 cubanos fueron asesinados por la policía y el ejército de Batista. Los verdugos de guerra fueron juzgados según los principios de Nuremberg, pero la familia de ellos nunca se vio afectada, todo lo contrario. Al inicio del año escolar siguiente a la victoria, Fidel Castro pronunció un discurso a los maestros en el cual les recomendó encarecidamente tratar los hijos de los criminales de guerra igual que los demás, incluso de tratarles con cariño: “Y a nuestras escuelas pueden ir todos los niños, no importa que sean hijos de un soldado de antes, no importa incluso que sea hijo de cualquier hombre que haya cometido un delito y haya asesinado, porque los niños no tienen la culpa. Y ustedes tienen que saber que los niños son inocentes, y que en la escuela cualquier niño, aunque sea hijo de un soldado de antes, hay que tratarlo como un hermano también, y si ese niño tuvo la mala suerte de que su padre cometiera crímenes, él no tiene la culpa, él es una víctima también.... Ustedes tienen que hablarles bien de la Revolución y explicarles todas esas cosas, y se los tienen que ganar con cariño, no con desprecio.” Comparen esto con el tratamiento de los familiares de los colaboracionistas en la mayoría de los países de Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial.